domingo, 4 de noviembre de 2007

Las Reformas, Desde Los Derechos Y Deberes De Una Comunidad / SANDRA MILENA RUIZ CASAS / Ismael Perdomo

Es claro que una persona es como ella misma decida y se esfuerce por ser. Realizarse como persona, intelectiva, afectiva y sensitivamente no depende de que se posea mucho o poco dinero. Sin embargo, la excesiva riqueza puede mal formar al hombre como persona, y la pobreza le impide al individuo ser apenas algo más que un organismo que apenas sobrevive. Todo esto para decir que la riqueza material de una sociedad no hace a las personas que habitan dentro de ella, pero si puede o no ayudar a su auto-construcción como persona.
Los sistemas social, político, económico y cultural pueden en lugar de aportar, estorbar a los individuos, en la medida en que ofrezcan o no la libertad y respeto a los derechos humanos, en la medida en la que brinden o no igualdad de posibilidades económicas, educativas, de información y el disfrute de los bienes culturales. Entonces, es allí donde entra el Estado a jugar su gran papel, este, como nuestra figura representativa, es el conjunto de instituciones y leyes que permiten que un gran conjunto de familias, vivan productiva, organizada y dignamente dentro de un territorio como lo es nuestra ciudad. Pero como el Estado no es tangible, necesitamos a los organismos políticos y administrativos que lo dirijan, estos conforman el llamado GOBIERNO, para nuestro caso el GOBIERNO DISTRITAL. Este debe estar organizado de tal forma que responda a las necesidades de todos los ciudadanos. Y según lo que vimos en una de las sesiones de este programa de formación una necesidad plantea la existencia de un derecho.
Hablar de derechos implica también hablar de los deberes. Y es aquí donde hablamos de una CIUDADANIA, ya que es la condición social o posición de un individuo dentro de una ciudad, la cual le da unos derechos y deberes definidos.

“La teoría moderna de la ciudadanía, que surge con las publicaciones de Thomas Paine, fue definida en Gran Bretaña por T.H. Marshall como una lucha entre el sistema de clases sociales y los derechos de los ciudadanos. El sistema de clases utiliza el mercado para conferir poder y ventajas sociales, y el resultado de la mercantilización del estatus social es, típicamente, la desigualdad. La ciudadanía se relaciona con el Estado para demandar derechos para sus miembros y, a cambio, el Estado le impone deberes como el servicio militar o el cumplimiento del derecho vigente. El creciente poder de la ciudadanía se inicia con la inauguración de los derechos fundamentales de hábeas corpus en el siglo XVIII y a continuación sigue con la lenta difusión del sufragio político en el siglo XIX y la posterior extensión de los derechos sociales a las pensiones, la sanidad y la educación ya en el siglo XX. Algunos opinan que el sistema de clases y la ciudadanía están en pie de guerra y que el Estado de bienestar es su campo de batalla actual”.[1]

El deber y el derecho son las dos caras de la misma moneda, por eso nuestros derechos solo existen gracias a que los demás y nosotros mismos tenemos deberes. En una frase, si todos cumplimos nuestros deberes, podemos exigir nuestros derechos. Y para exigirlos debemos conocerlos y evitar así conflictos en las relaciones con los demás. Entiendo esto como uno de los objetivos de este programa de formación.

Siguiendo entonces algunos de los temas tocados en las sesiones, puedo definir la ciudad como un gran centro de población organizado como comunidad. Y como lo dije al principio de este ensayo la comunidad tiene unas necesidades, derechos y un Estado administrado por un gobierno para poderlas suplir. Por tanto, podemos hablar del Estado de Derecho, que supone el reconocimiento de los derechos personales, la responsabilidad del Estado y la legitimación democrática del mismo.

Todo esto suena bien, pero ya todos sabemos que se requieren con urgencia grandes y profundas reformas en los aspectos económicos, políticos, sociales y culturales para que las relaciones sociales mejoren y el progreso de nuestra ciudad y nuestro país sean una realidad. Nuestra situación actual es la consecuencia de viejas promesas de reformas incumplidas en medio de crecientes desigualdades económicas, políticas y sociales.

Es claro entonces, que esta crisis por la que pasamos no acabara, a menos de que se de solución a nuestros problemas más graves, y esto no se hace con violencia. Es necesario revisar los conceptos de ciudad, ciudadanía, derechos y deberes, entre todos para así establecer las reformas necesarias para mejorar, reformas urbanas, políticas, educativas y morales.

FIN
[1] BIBLIOTECA ENCARTA. MICROSOFT 2006.

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